terça-feira, 28 de setembro de 2021

EL SABOR DEL HAMBRE - Cuento - Gustavo Henao Chica (Colombia)

 

“Ya nos hemos sentado

Mucho a la mesa, con la amargura de un niño

Que a media noche, llora de hambre, desvelado…”

César Vallejo

 

Como destiladas caen las últimas gotas que testimonian la lluvia de la noche. Del improvisado techo provienen las gotas, cada una hace un ruido que parece un dolor, un frío. Magdalena descorre la tapa que cubre el hueco de la puerta. Sus ojos anemiados revisan el cartón mojado de las paredes, los charcos en la entrada y al borde de la cama. Los días pasados han sido de lluvia. Junto a la tapa de la puerta se acumula el lodo venido de la distancia. Magdalena empuja el agua enlodada con un soco de escoba. Siente la cálida caricia del sol. La mañana sigue montada sobre las horas. En el fogón de petróleo se encuentra la olla de aluminio con los restos de aguapanela dejados por José y Luisito; ella los vio irse a terminar la semana. Los tarros en que guarda el alimento parecen mirarla desde el fondo, vacíos como el estómago de los tres.

La mujer no intenta pensar tristezas, es posible que Amanda la vecina le preste arroz y panela. Se apoya en uno de los soportes que sirven de sostén al rancho. La segunda sirena de la mañana se escucha como un quejido; los obreros deben marcar su tarjeta. Llegar dos varas de tiempo tarde significa sanción. Magdalena observa. La escuela es visible, lo que tiene como adivinanza es el lugar donde trabaja José, -Mire mija es por allá-, un por allá que ella no logra delimitar. – Estamos abriendo brechas -, de eso sí conoce, huecos profundos como cinco metros, anchos tan sólo uno, abiertos en media calle. Hay necesidad de aproximarse a la orilla para ver a los hombres en el interior. Desde lejos se ve la tierra brotar como si fuera escupida del fondo. Magdalena deja de mirar. Del agua recogida en la caneca utiliza un poco para lavarse la cara. Sale del rancho después de secarse. Amanda está en la misma, limpiando el lugar.

-Jovencito no arrime tanto la cabeza al cuaderno. ¿De qué se esconde?- Dice la maestra. Luisito endereza el cuerpo sin retirar la mirada del cuaderno. Por debajo del pupitre sus pies juegan livianos. Niega miradas a los compañeros. En la parte de atrás del salón los del grupito aún burlándose. Aprieta la pulgada de lápiz, el trazo de las letras se hace grueso, había bajado entre barrancos, haciéndole desquite a los charcos y al pantano para evitar que su ropa repetida se ensuciara y que los zapatones fueran capturados por el barro, ya veía a sus compañeros recién bañados como él ir en dirección a la escuela, a un pedazo de kilómetro de allí, lo vieron en ese incómodo caminar, arrastrando; se burlaron, corrieron, se quedó allí un instante, desmirado, mirando los zapatos de su padre en sus pies, sus ojos claros, ingenuos, tomaron la mirada de la angustia, de la impotencia, su carita se descompuso, en ella se conjugaron tristeza, pobreza, humillación.

El cuaderno bajo el brazo. A un costado de la calle quedaron los zapatos de José, cueros que tocaron el suelo hasta romperse y pedidos en préstamo por el niño para no empantanarse los pies, dejar los zapatos lo tranquilizó, llegó a la escuela perseguido de cerca por la pobreza, frecuentemente alguien le recuerda que él viene del Tugurio La Libertad. Durante la clase permanece ensimismado. Al sonar la campana para el recreo los niños y niñas salen precipitadamente, al baño unos a la tienda los otros. Sin afán Luisito.

-¿Qué pasa José? póngale más ritmo a eso. Tenemos que terminar hoy- Dice el contratista. Suena hueco el tenemos en la boca del hombre que jamás ha cogido una pala. José mira al borde cada vez más arriba, debe imponerle fuerza al movimiento para impulsar la tierra, de lo contrario no llega a la orilla.

Al final del día le pesan hasta las órdenes. Ese rostro suyo se ve doblemente gastado. Es un rostro de campo ahumado por el smog de la ciudad. José ha usado el hambre desde que nació. Sus callos han abierto brechas, el sudor derramado por su frente fractura piedras. Sus primeros pensamientos vegetales con olor a ordeñadero, a cosecha de café, se convirtieron en pensamientos ciudad de pico y pala rutinarios. Con esfuerzo hunde el pico, hace cueva incorrecta en el barranco, se distrae. El terreno se desliza. Le cubre medio cuerpo.

-Saquen la tierra con cuidado. Está inconsciente, lo debe haber golpeado una piedra- dice uno de los compañeros. Se ha interrumpido la rutina. El contratista lleva a José en el carro, mira con preocupación. El auxiliar que los acompaña dice palabras.

-Yo no sé por qué te metes en estos líos. En tu caso no habría formado tanto escándalo. Por ahí derecho lo entierro –dijo y se rió como si fuera un chiste. El contratista guardó sus respuestas. Detenerse y decirle que se bajara, no valía la pena, además era un riesgo perder tiempo.

Sentado en un extremo del patio Luisito ve correr a los otros. La fila en la tienda ha disminuido. Pasan frente a él llevando una bolsa de leche y pan. Observa. Tiene las ganas en la boca, las mastica, las traga, mirando comer a los demás. Se levanta y va hasta el baño, el olor berrinchudo le es normal. Orina, fijo su mirar en la pared: dibujos obscenos, frases insultantes dirigidas a las maestras, restos de excremento refregados con el dedo en la pared. Sale del baño, en los pies siente el agua-orina del piso. Camina distraído, a mitad del corredor fija la mirada en un matero del que como naciendo sale un billete nuevo. Dos mil pesos. Lo recoge. -¿Será de verdad?- se pregunta. No ha visto muchos de esos. Lo echa en el bolsillo. Empuña en el interior. Unos dedos hacen contorsión en la oreja.

-Venga jovencito –dice la maestra mientras tuerce. ¿Será de ella el billete?. Mantiene

 las manos en los bolsillos. –Saque esas manos que parece un bobo-

¿Lo castigará más si le dice que encontró el dinero?

 -¿A usted se le olvidó que no se puede caminar por los corredores?

-La maestra suelta la oreja y lo empuja.-Párese ahí para que lo vean. Indisciplinado-.

Luisito no dice nada. No llora. Una mano soba la oreja caliente, la otra palpa el billete sobre el pantalón. Los niños se juntan. Murmuran. Termina el recreo. En la clase mantiene la mano cerca del bolsillo. Al palpar se asegura de que los otros niños y la maestra no lo vean.

En la hora que parte el día, salen de la escuela. Luisito afana sus pasos. Oye que le gritan. Voces en coro reclaman. No vuelve los ojos. Nadie viene. Nadie reclama el billete.

-¿Mijo de dónde sacó eso?- Pregunta la madre.

-Una mata en la escuela que no da flores-.

-Las matas no dan dinero mijo, ¿se lo robó a alguien?-

-Estaba debajo de la mata y no era de la maestra-.

Magdalena gasta el billete. Un diario en ese tiempo. Se puede comprar en carnicería y tienda. Al lado del niño come despacio. Sobre el fogón está la olla que contiene la parte correspondiente a José. El esposo de Amanda llega directo al rancho de Magdalena. El niño y la madre están haciendo la siesta.

Ha llegado la noche. Magdalena sentada en una banca en la sala de espera del hospital. Está aguardando el resultado de la cirugía que le están practicando a José, por el golpe sufrido en la cabeza.

-Venga señora. El está bien. Dele una mirada y mañana viene a la hora de visita-, dice la enfermera.

Luisito de la mano de Magdalena. Se arrima junto al catre. José inmóvil.

-Papá, me encontré dos mil pesos-, dice el niño como en secreto. Nosotros también almorzamos, con carne y era de verdad. Una lágrima sale de los ojos silenciosos de José. -Mamá le guardó almuerzo. Porque los dos mil pesos eran de verdad-. Magdalena oye y no pronuncia.

***

Gustavo Alonso Henao Chica nació el 19 de diciembre de 1957, en Jericó - Antioquia - Colombia. Entrenador paralimpico Es Licenciado en Educacion Especial por la Universidad de Antioquia; y Especialista en literatura Producción de Textos e Hipertextos por la Universidad Pontificia Bolivariana.

Publicaciones:

De la intimidad. Cuentos

Textos para Afrodita Poemas

En busca del asombro. Teatro.

Fragmentos alucinados. Ensayos.

Historias en agua y tierra. Relatos.

Cuentos para leer en el crepúsculo. Cuentos.

Coloquios de adolescencia. Articulos

. Livro de poesias Saudade... Lançado em agosto/2021 (Gustavo Henao Chica e Vanice Zimerman - Brasil).

. Medellin - Antioquia - Colombia

.  E-mail: lacasadelosoficios@gmail.com

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 Entrevista

Entrevista con Gustavo Henao Chica (en español) 

 https://revistacazemek.blogspot.com/2020/11/entrevista-con-gustavo-henao-chica.html?fbclid=IwAR3BJVgxaz6cJFvo0RGKLDWQ-7HPKbaiKO-3K3l1pr0Ye9Lkh6SOV2VV_3I

Publicado Por: Carlos Zemek Data: terça-feira, 3 de novembro de 2020 /

 

domingo, 19 de setembro de 2021

Haibun - Inverno Fenece


A nébula de inverno ainda permanece e aconchega-se aos pequenos barcos, deixados na úmida areia; enquanto a esquecida rede de pesca com suas entrelaçadas linhas parece uma nuvem pousada sem pressa de flutuar.

Nesta manhã silente, a gaivota curiosa, que observo, ensaia abrir suas asas, mas não voa ela e prefere ficar entre os barcos, apenas observando a paisagem. Em dias assim, gosto de desenhar com um graveto, corações e flores na areia; sensações de paz, mas também de saudade...

Meu ‘jardim Zen’ à beira da praia, embora seja breve está bonito recebe pinceladas da despedida do inverno com nuances e aromas - prenúncio da primavera, fímbria de pétalas, talvez amanhã...

 

praia de inverno - 

nos barcos de pesca

chuva fina...

 

Vanice Zimerman, IWA

19/09/2021

terça-feira, 14 de setembro de 2021

Saudade... Livro - Vanice Zimerman y Gustavo Henao Chica


 

Título: “Saudade...” (Lançado em agosto/2021)

Livro de Poesia

Nogue Editora. Amaury Nogueira

Número de páginas: 139 

Capa: Aquarela. Vanice Zimerman

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 AQUECE-ME

 

Noite fria –
 Na quietude do chá
 Acomodado à xícara
O doce toque
 (Gosto)
  Dos teus lábios –
  Aquece-me

Vanice Zimerman
***
MUCHO MÁS

No me alcanza el día
no me alcanza la palabra
no me alcanza el sueño
  para
verla
  decirla
    soñarla
     imaginarla.

Gustavo Henao Chica
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Apresentação

O livro “Saudade...” apresenta 157 poesias  em Português e Espanhol é   um  encontro entre autores que interpretam a vida, o amor, o desamor e a morte, a partir de experiências de vidas, vividas na Colômbia, de Gustavo e no Brasil, de Vanice.

As lembranças contidas em imagens, aromas e sons dialogam com aquela sensação especial; um arrebatamento que inspirou o olhar e as mãos do poeta Gustavo Henao Chica e da poetisa Vanice Zimerman. Inebriados, os corações teceram em versos cada emoção e suas leituras de mundo.

Saudade é uma palavra encantada que não aceita um ponto final, mas sim, a bem - vinda companhia das reticências...


                                                    
Vanice Zimerman e Gustavo H. Chica

               
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Vanice Zimerman, nascida em Curitiba - PR. Professora, Escritora e Artista plástica. Participa de diversas Antologias – livros impressos -  com Haicais publicados na Croácia e em outros países.


Gustavo Henao Chica, nascido em Jericó, Antioquia (Colombia). Escritor, Professor (Literatura e produção de textos) e treinador Paralimpico. Autor de vários livros, entre eles: “De la intimidad”. Cuentos.
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. Informações e vendas:

. Valor: 50 reais - sem  taxa de envio.

. Gustavo: escritoresacademia1957@gmail.com

 Telefonos: +57 320 7912695  -  31 37042516

 
. Vanice: vaniceef@yahoo.com.br

.nogueeditora@gmail.com